La estatura
media de los tenistas profesionales supera, ampliamente, 1.80 metros en el caso
de los hombres y 1.70 tratándose de las mujeres. Sin embargo, y aunque es un
deporte en el cual abundan las personas altas, existen casos emblemáticos de
quienes, a pesar de tener una baja estatura, lograron destacar.
Me refiero a un nombre específico, el belga
Olivier Rochus. Nacido el 18 de enero de 1981, comenzó a
practicar el tenis desde muy pequeño, lo cual lo llevó a dedicarse de lleno a
este deporte. Así fue que tuvo una excelente campaña en juniors, la cual
incluyó semifinales de individuales en
Roland Garros y Wimbledon. A eso sumó un título de dobles en Wimbledon (en
compañía del suizo Roger Federer). En términos de ranking, su mejor cierre de
temporada fue en 1997, año en el cual finalizó en el lugar 11º del ranking ITF junior.
En aquel entonces ya aparecía la gran duda: ¿Puede un
jugador de apenas 1.65
metros de estatura tener un n.ivel similar (al
mostrado como juvenil) en el circuito profesional de tenis? Al principio, todo parecía bien encaminado, pues en su último año
como junior (1999) se las arregló para, en paralelo, terminar en el puesto 321º
del ranking ATP. Sin duda alguna, un buen dato estadístico.
En este contexto, 2000 se convertiría en el momento de la verdad, algo que no incomodó a Olivier. A
mediados de septiembre de 2000 ingresaba por primera vez al Top 100, donde se
mantendría, salvo algunas semanas en las cuales bajaría hasta cerca del lugar
130º, por los próximos dos años.
La proyección era muy positiva y daba la impresión de que el pequeño
belga podría pasar por alto las evidentes ventajas físicas que daba a sus corpulentos
rivales. Sin embargo, entre 2002 y 2004 no lograría sobrepasar la barrera de
los 50 mejores (a excepción de un par de semanas) y empezaron a surgir las
dudas respecto a si su estatura podría ser un impedimento para seguir
avanzando.
Aquello rápidamente quedó en el olvido,
pues entre 2005 y 2007 fue un sólido Top 50 y en buena parte de este período
estuvo entre los 30 primeros del ranking ATP. Por último, entre 2008 y 2012
oscilaría entre el casillero 50º y el 130º, aunque normalmente al interior del
Top 100. En total, más de cuatro millones de dólares en premios, una activa
presencia en el equipo belga de Copa Davis, dos títulos de singles e igual
cantidad en dobles (destacando Roland Garros 2004, junto a su compatriota
Xavier Malisse) y el respeto de todos sus rivales.
Ya un poco más reciente está el partido en la primera ronda del torneo de Valencia, que se disputó a finales de octubre de este mismo año. Un partido en el que el belga se enfrentó al español Ferrer, principal favorito del torneo. Pero el ibérico sufrió más de lo previsto para superar a Rochus. Un doble 7-5 y dos horas 13 minutos caracterizan este encuentro.
Ya un poco más reciente está el partido en la primera ronda del torneo de Valencia, que se disputó a finales de octubre de este mismo año. Un partido en el que el belga se enfrentó al español Ferrer, principal favorito del torneo. Pero el ibérico sufrió más de lo previsto para superar a Rochus. Un doble 7-5 y dos horas 13 minutos caracterizan este encuentro.
El principal favorito del torneo no
completó un buen partido. Le falló el primer servicio y cometió numerosos
errores no forzados (42) ante un rival que se agarró bien al fondo de la pista
y planteó una dura batalla al número 5 del mundo. Ferrer acusó su inactividad
de las tres últimas semanas y el nerviosismo del debut en ''su'' torneo.
El inicio del partido no hacía presagiar la batalla que estaba
por venir, cuando Ferrer logró su primera rotura y dispuso de un 3-1, además de saque
para encarrilar el primer set. Sin embargo, Rochus le plantó cara y aprovechó
los numerosos errores del español para romperle de manera consecutiva dos veces
su saque.
Ferrer tuvo que emplearse a fondo para mantenerse en el set y,
tras recuperar sus servicio en el octavo juego, rompió de nuevo el saque del
belga en el duodécimo e impidió que se llegará al juego de desempate. En la
segunda manga, no varió el guión del partido. Rochus cobró de nuevo ventaja con
un parcial de 4-2, pero cada servicio del belga era un suplicio para éste. Once
puntos de rotura desperdició Ferrer, hasta que finalmente pudo quebrar el
servicio de su rival cuando éste sacaba para ganar.
Ahí acabó la resistencia mental de Rochus, que cedió también los
dos siguientes juegos, y por tanto el partido ante un Ferrer que pasó por más
apuros de los previstos para alcanzar los octavos de final.
¿Cómo se explica esto?
Conocida la historia del belga – que mide 1.65 metros , aunque
últimamente la ATP
modificó el perfil y dejó en 1.68 su estatura-, me pregunté cómo fue
posible que un tenista tan bajo pudiese estar dentro de la élite del tenis
internacional.
Para entender bien el asunto, es importante resaltar que cuando se
hable de un jugador de baja estatura se refiere, normalmente, a alguien como el
chileno Marcelo Ríos (1.75),
David Ferrer (1.75) o Michael Chang (1.75), razón por la cual un hombre de 1.65
realmente es demasiado bajo.
Ciertamente, hay
algunas explicaciones que aparecen en forma casi lógica, como el hecho de tener
un buen nivel o un estado físico de primer nivel. sin embargo, es necesario
revisar los aspectos que, al menos en el caso de Olivier Rochus, han sido
claves.
Bajo, pero no débil: una cosa es no ser alto, y otra muy diferente es carecer de
la fuerza necesaria para jugar al tenis. Ambas variables no van de la mano, sino
que dependerán de cada caso particular. Así es que Olivier tiene una
musculatura muy bien trabajada, lo que le permite tener explosión y firmeza en sus movimientos
y, al mismo tiempo, potencia en sus golpes.
Gran rapidez: a lo largo de su carrera ha destacado por ser uno de los tenistas más rápidos y
ágiles del circuito. Esta característica lo ha acompañado durante toda su
trayectoria y es la que le permite, en cierta medida, compensar su déficit de
altura, expresado en piernas y brazos más cortos.
Inteligencia táctica: Rochus es un gran lector de partidos, pues sabe bien cómo debe
enfocar sus golpes. No es que él cambie su manera de pegarle a la pelota, sino
que entiende que no puede jugar de la misma forma contra todos sus
contrincantes. Además, aprovechando su rapidez y su buen estado físico, tiende
a plantear partidos de mucho desplazamiento.
Inteligencia de reflejo: Una importante virtud, para cualquier tenista, es tomar buenas
decisiones en cuestión de segundos. Esto es algo que tiene bien
desarrollado el belga, que sabe cuando ejecutar un golpe de slice, revés
paralelo o un globo, entre otros.
Solidez en sus golpes: Gran revés –el
cual combina con slice, tiros angulados y golpes planos-, firme y variad, excelente volea, buena ubicación en la cancha y un más que aceptable
servicio dada su estatura. Cuesta encontrarle una debilidad demasiado evidente
y eso es una gran ventaja.
Gran capacidad física y aeróbica: Capaz de jugar durante horas y en partidos de gran
intensidad, el belga siempre está preparado para correr, saltar y realizar todo
tipo de movimientos a lo largo y ancho de la cancha. En pocas palabras, un
atleta. A esto se suma una gran resistencia física.
Pero lo más importante está en la Fortaleza mental: al belga Rochus no le
afectó ser bajo, sino que, de hecho, aquella característica física se convirtió
en una matriz generadora de nuevas potencialidades. “Soy bajo, pero soy un
grande” parece ser el lema de Rochus.
Y dar las gracias al compañero que me ha inspirado para esta entrada y alguna otra que vendrá.
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen