Nos despedimos de uno de los grandes. 6-2, 6-2 y 6-1 (en sólo 89 minutos) fue el resultado de un Nole-Ferrer. Sinceramente, no pensé que para el número uno del mundo fuese tan fácil ganarle al número cuatro. Un partido sin tensión en el que Djokovic se mostró tranquilo y seguro de sí mismo (creo que está cogiendo ejemplo del mejor, Federer). Hasta me atrevo a decir que el serbio tenía, desde un principio, clara la idea de que iba a vencer al español. Y al español, que de vez en cuando parecía despertar, le faltó precisamente esa fuerza mental que se necesita para jugar un partido de semis en un abierto como es el de Australia. Pero ese tema, el psicológico, lo tocaremos en otro momento con una persona que sabe de ello.
David Ferrer alcanzó en el Open de Australia
las 500 victorias en su carrera deportiva. Entre los tenistas en activo,
únicamente encontramos cuatro jugadores que hayan tocado esa cantidad de
triunfos: el suizo Roger Federer (882), el español Rafael Nadal (583), el
australiano Lleyton Hewitt (568) y el alemán Tommy Haas (501).
Cerca de cumplir los 31 años –el próximo mes
de abril- el semifinalista del Open de Australia es el segundo jugador en
activo que traspasa dicha frontera a una mayor edad. El más precoz fue Nadal,
que con apenas 24 años y diez meses lograría el hito en Barcelona 2011. Le
sigue Roger Federer, también muy joven al conseguirlo, sellando su triunfo 500
con 25 años y siete meses durante la edición 2007 del Masters de Montecarlo.
Lleyton Hewitt se uniría al club en Munich 2009 cuando su carnet de identidad
marcaba 28 años. El más veterano de todos, el alemán Haas, cuyo resurgimiento
en 2012 le vio traspasar la barrera en Viena a la edad de 34 años.
Asimismo, el alicantino se ha convertido en el
cuarto tenista español capaz de alcanzar la mítica cifra de 500 victorias en el
circuito profesional. Únicamente tres figuras nacionales quedan por delante del
competidor de Jávea. La carrera de dos de ellos ya pertenece a los libros de
historia: la del mallorquín y campeón de Roland Garros, Carlos Moyà (575) y la
del campeón de US Open, Manuel Orantes (634 – siendo la marca de triunfos más
alta hasta la fecha de un tenista español). En activo, Rafael Nadal (583) marca
la pauta.
La dificultad que entraña el recorrido viene
determinada en parte por la longitud de la carretera. El tiempo transcurrido
entre la consecución del primer triunfo (allá por 2002 en en el evento croata
de Umag) y el derribo de la mítica barrera, supera la década. Más de diez años
de emociones internas, capacidad de superación y ansias de devorar el siguiente
partido. Una lucha personal larguísima en una disciplina individual que
requiere una fortaleza psicológica a prueba de bombas. Un caminar pedregoso
donde el alicantino no ha hecho sino ir madurando a lo largo de los años,
llegando a mostrar su mejor versión conforme se ha ido aproximando a la
treintena que hoy gobierna sus piernas.
Registros temporales y
porcentuales por cada cien victorias de David Ferrer
Victoria 100 – R3 Madrid 2005. Porcentaje
de victorias: 52,3%
Victoria 200 – R3 Bercy 2007. Porcentaje de victorias: 67,5%
Victoria 300 – QF Buenos Aires 2010. Porcentaje
de victorias: 65,8%
Victoria 400 – QF Tokio 2011. Porcentaje
de victorias: 75,1%
Victoria 500 – QF Australian Open 2013 . Porcentaje
de victorias: 81,9%
La principal lectura que extraemos de la tabla
anterior es la propulsión constante a que ha sometido su carrera David Ferrer.
La capacidad para mejorar registros temporada tras temporada es latente. Y es
francamente palpable atendiendo a la celeridad con que ha ido coleccionando
victorias a centenas. Cada vez necesita menos tiempo para reunir una cantidad
de triunfos que presenten tres cifras. Así, en los albores de su carrera
precisó más de tres años naturales para sellar sus primeras cien victorias.
Lo vemos desde la primera celebración en Umag
2002 hasta que logra sellar la tercera ronda del Masters de Madrid en 2005. Si
contemplamos la última centena guardada en la bolsa, observamos cómo el lapso
temporal precisado para coleccionar semejante montaña de partidos ganados se
reduce drásticamente. En concreto, apenas llega a quince meses. Es decir,
aproximadamente una tercera parte de lo que le costaba a inicios de su carrera.
Asimismo hay que destacar sus porcentajes de éxito cada cien
triunfos. Si para alcanzar su primera centena debió entregar hasta 90 partidos
(quedando su balance profesional relativamente nivelado – apenas rebasaba el 50%
su cuenta de partidos ganados), contemplamos cómo en su versión más reciente el
alicantino echó el candado y le puso gruesas cadenas. Disparando su
marca de victorias por encima del 80% en los últimos 15 meses, apenas necesitó 122 partidos para volver a redondear su cuenta particular. Si
lograse mantener ese ritmo podría desbancar del podio español a Carlos Moyà a
principios del próximo curso y rondaría la marca de Manuel Orantes en torno al
verano de 2014.
Según datos facilitados por ATP, hasta 39 jugadores lograron alcanzar el medio millar de triunfos durante la Era Abierta. De todos
ellos, únicamente nueve terminaron sus carreras sin alcanzar una final de Grand
Slam. Anduvieron largo tiempo acumulando victorias por medio mundo pero se
despidieron de la disciplina sin llegar a pelear directamente por uno de sus
más preciados tesoros: un cetro grande.
Ferrer se encontraba a un solo partido de
permanecer en esa lista apenas un par de días. Al no lograrlo, sin
embargo, tiene a su alcance de la mano un récord de mayor mérito del que
puede parecer a simple vista. Ser el tenista con mayor número de partidos
ganados en la Era Abierta
sin haber alcanzado el partido por el título en un mayor. Se encuentra a apenas
20 triunfos del segundo hombre histórico en estas lides, el polaco Wojtek
Fibak.
Para encabezar dicha lista deberá alcanzar los 584 triunfos del
estadounidense, dos veces semifinalista de Roland Garros, Eddie Dibbs.
Observando su pasado reciente, podría ser cuestión de poco tiempo. Hace apenas
un par de meses puso el broche a la mejor temporada de su carrera acumulando,
entre otras cosas, el récord de triunfos en la campaña: nada menos que 76.
Ese pelear aun sin llegar a divisar el gran premio. Esa
perseverancia en competir al máximo nivel aun a sabiendas de que el gran trofeo
puede que no llegue. Ese darlo todo durante muchos años que vale tanto como
cualquier gran trofeo que tenistas contemporáneos puedan llegar a arrebatarte.
El que hace cuánto puede no está obligado a más. Y, en ese, sentido, pase lo
que pase, el alicantino es un deportista que puede mantener la conciencia
tranquila.
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