Montag, 27. Januar 2014

La obra maestra del eterno talento

"Hay gente que sueña con el éxito. Otros trabajan para tenerlo." Con esta filosofía consiguió el sueco Magnus Norman hacer del actual número tres del mundo un campeón de Grand Slam.




"King Roger" siempre será "King Roger" para los suizos, otros tenistas y muchos fans de este deporte. Y bajo esta sombra fue sumergiendo poco a poco otro gran tenista suizo de la actual época. Un hombre que a sus 28 años logró ganar la final del Abierto de Australia ni más ni menos que contra un lesionado Rafa Nadal, a pesar de haber sido "el menos favorito" a lo largo de todo el torneo.

El suizo consiguió su primer grande de su carrera jugando un tenis fabuloso a pesar de las duras condiciones que este año presentó el evento. Salió en tromba. Un absoluto huracán suizo. Sin ningún rastro de nervios y sin dejarse influenciar por el escenario. 6-3, 6-2, 3-6 y 6-3, así quedó el resultado de la victoria que le haría convertirse en el número tres del mundo.

Para un hombre, cuyas mayores conquistas se limitaban a torneos ATP 250, la categoría más baja del World Tour, abrazar un Grand Slam supuso una rotura total de costuras. 

"Nunca esperé ganar un Grand Slam. Nunca soñé con ello, porque no era lo suficiente bueno para abatir a estos tipos", reconocía el helvético a un medio de su país.

Pero sucedió, a pesar de que ya todo estaba preparado: Rod Laver, leyenda australiana, estaba entre el público; Pete Sampras, con 14 Grandes, había viajado hasta el torneo para entregar el trofeo al que debería batir su récord, Rafael Nadal.



¿Juego agresivo como llave del éxito?

Wawrinka lleva una racha en la que está jugando con mucha fuerza, y que tampoco se deja desanimar por las derrotas, ya se sabe. La receta de cómo batiría a Nadal, la tenía bien clara: "juego agresivo, sacar con fuerza y rapidez, y procurar tenerle siempre bajo presión." El "suizo del año" era completamente consciente de que no tenía nade que perder y tampoco necesitaba esconderse tras derrotar a Novak Djokovic. Todo lo contrario: creía en sí mismo.

El helvético posee uno de los mejores reveses a una sola mano de todo el circuito pero también se caracteriza por ser un poderoso baseliner capaz de jugar bien en la mayoría de superficies. Su servicio ha llegado a alcanzar los 232 km/h y su debilidad se consideraba su fuerza mental. Consideraba. 

"16-3"

Con los años, Stanislas Wawrinka se ha convertido en una persona más fuerte en ese sentido. Prueba de ello es el "16-3". Así le llamaron algunos medios de comuniación helvéticos a su gran logro. 

Desde el pasado mes de mayo, Wawrinka ha trabajo junto al que en su día fue número dos del ránking ATP Magnus Norman. Y desde entonces ha alcanzado la primera semi de GS en Nueva York, ganó el primer trofeo importante en Melbourne y pasó de ser número 16 a ser el número 3

Wawrinka no deja lugar a dudas de que estos éxitos también son los de Norman. El sueco, de 37 años, goza de una excelente reputación en el mundo del tenis. Ya en el año 2009 dirigió a su compatriota Robin Söderling a la final del Grand Slam de París; siendo el único jugador que consiguió vencer a Nadal sobre esas arenas. 

Pero la carrera de Norman se vio eclipsada por problemas de salud. Pronto tuvo que someterse a una cirugía menor en el corazón, a la cual le seguirían varios problemas con las caderas. Fue ya en el 2004, a la edad de 27 años, cuando se vio obligado a abandonar. 

"Estaba hasta las narices del tenis. No toqué una raqueta durante un año. Dejé de seguir los torneos y me buscaba nuevos amigos." Así que Norman se decidió por estudiar. Economía durante un año en Estocolmo. Hasta que Thomas Johansson decidió traerlo de vuelta al mundo de la pelota amarilla.

Ahora puede sin duda presumir de ser el entrenador del vencedor de Australia, quien bromeaba esta mañana con tirar el trofeo al río. 





"Necesito tiempo para darme cuenta de lo logrado en las últimas dos semanas. Porque al final, incluso si Rafa estaba lesionado, creo que merezco este Grand Slam porque gané ante Djokovic, número 2, y Rafa, número 1. Jugué el mejor tenis de mi vida", reconoce Stanislas Wawrinka. 









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