Continuando
la indagación en las historias que el tenis ha dejado a su paso desde su
nacimiento en pleno siglo XVIII, y entre esos lustros que han ido
transcurriendo mientras el tenis se hacía veterano y cada día más profesional,
aparecen intrahistorias ocultas, aventuras desconocidas u orígenes a medio
conocer que aprovecho para rescatar, valorar y descubrir. Hoy me detengo en
el nacimiento y auge de uno de los torneos top del calendario, de un torneo
especial y diferente, de un torneo muy galardonado y con una de las dotaciones
en premios más cuantio-escandalosas de toda la temporada, hablo, cómo no, de
Indian Wells.
Para hablar de historietas que ha vivido este torneo podría
empezar por lo ocurrido el año pasado con el virus intestinal contagioso que
afectó a jugadores y jugadoras, periodistas y aficionados, árbitros y
recogepelotas; se podría seguir contando de dónde proviene la ingente cantidad
de dinero que se invierte en este torneo y por qué es uno de los que más prize money tiene, o por qué en este
torneo todos los tenistas tienen un coche por completo a su propia disposición,
o cuál es el origen de sus impresionantes instalaciones, sin olvidar lo que
daría de sí el terremoto de este año que ha acongojado a media élite mundial
del tenis en California… Pero me voy a centrar en el origen de este torneo. Por qué surge, cómo surge, y
cómo ha crecido hasta convertirse en uno de los preferidos por los tenistas y
en uno de los torneos ATP y WTA más exitosos.
El comienzo de las cosas más grandes siempre está en otras mucho más
pequeñas; y cada vez que una entra a investigar, descubre que aquella estrella
internacional resulta que empezó jugando en un garaje, que aquél espectacular
entrenador antes era un humilde instructor de minitenis, que una carrera
meteórica empezó perdiendo en futures o que tal árbitro referencia fue un
profesional frustrado por una pronta lesión de rodilla. Así es también el
comienzo del supertorneo de Indian Wells, uno de los que lucha por el honor de
ser ‘quinto
Grand Slam’. Un mísero evento para
recaudar fondos, que después iban directos a las asociaciones e iglesias que se
encargaban de ayudar a los más necesitados de la zona, que era Arizona. Hecho queda el juego de
palabras.
Un origen así de
humilde. Un torneo ATP con fines benéficos. Parece mentira que de esta forma
fuera viendo el rostro actual que presenta el torneo, sin duda uno de los más
pudientes. Todo ocurrió de forma rápida y en un escaso período de tiempo que
transformó aquél humilde torneo en un serio aspirante a ‘Grand Slam’, objetivo
que finalmente no alcanzó.
Tras dos ediciones de torneo benéfico en Tucson (Arizona),
los ‘American Airlines Tennis
Games’, nombre original,
pasaron a disputarse en Palm Springs durante
tres años, y otros dos más en Rancho Mirage, muy cerca. El torneo permanecía como un humilde
evento en la costa oeste de Estados Unidos. Sin embargo, llamó poderosamente la
atención de, por aquel entonces, un importante extenista puertoriqueño con
multitud de negocios, miembro del consejo directivo de la ATP. Charles Manuel Pasarell Jr., más conocido como Charlie Pasarell, miembro
desde hace apenas unos días del International Tennis Hall of Fame, hoy con 69
años y que fue presidente del torneo de Indian Wells hasta el 2011, es el
protagonista de toda esta historia. él, y nadie más, es el auténtico arquitecto y
albañil de esta majestuosa obra conocida como Indian Wells, promocionada hoy como BNP Paribas Open.
Profesor y director de tenis del lujoso Hotel ‘La Quinta ’, impregnado del postín de tal enclave, soñó con crear un gran torneo que tuviera como alma las facilidades.
Facilidades a todos y en todo, a los aficionados y a los profesionales, empezando
por los tenistas pero siguiendo también por la prensa, sin descuidar a los
voluntarios y a tantos otros.Nadie quedaría fuera de la pompa que sería
aquél torneo. Lo pensó, lo
diseñó y él mismo se encargó de convencer al consejo de la ATP para que trasladara el
torneo de Valle Coachella al mencionado hotel, así como de convencer a los
propietarios del hotel para que invirtieran mucho dinero en aquél evento,
construyéndose instalaciones mucho mayores de las existentes, empezando por la
gran promesa de Pasarell: un estadio enorme para aquél momento y jurando y
perjurando que el torneo, sí o sí, ‘seguiría creciendo’. Ambas premisas
terminaron cumpliéndose.
7.500 espectadores entraban en aquél majestuoso ‘Stadium del Hotel
La Quinta ’,
cercano a las instalaciones de Disney World. Fueron seis brillantes ediciones (1981-1986)
en aquel encantador hotel que adoraban los tenistas. Allí fueron campeones Jimmy Connors,Yannick
Noah o José Higueras, entre otros. El torneo, paso a paso, se estaba
consagrando. A Pasarell siempre se le criticó como tenista porque aún a pesar
de su gran toque, sus magníficos golpes (sólo comparables a los de Arthur Ashe,
cuentan) y su enorme talento, nunca se preparó físicamente como debía y nunca
fue lo suficientemente ágil como para aspirar a los Grand Slams. De nuevo, el
toque y la calidad se imponía en su talento, de forma que dejaba a todos
boquiabiertos, pero esta vez como director de torneo sí gozó de agilidad y
potencia; en apenas seis ediciones el torneo se había transformado en
referencia. Un torneo potente y un torneo con mucha muñeca, a la par. En su final de 1982 Noah
arrebató el título a Ivan Lendl (6/4 2/6 7/5), poniendo fin a su racha de 44
victorias consecutivas, y con ello sellando una página que aún permanece en los
anales de la historia del tenis. Fue el primero de los muchos hitos del tenis
mundial que han tenido lugar en este torneo de marzo.
El torneo era fantástico, pero Pasarell quería
aspirar a algo más: quería conseguir que lo catalogaran como ‘título major’,
como ‘el quinto Grand Slam’. Comenzó entonces un plan “fácil de explicar y difícil
de ejecutar” como contó el
propio protagonista al periódico del torneo. Consistente en: “construir la popularidad del
evento desde y con los jugadores, aficionados, patrocinadores y medios de
comunicación, todo a través de excelentes instalaciones, de una minuciosa
atención al detalle, de garantizar una fuerte competencia entre los tenistas,
logrando una proyección mediática al máximo nivel por todo el globo y emitir
cuanto se pudiera vía televisiva para garantizar el alcance a todos los hogares
posibles”.
Para dar ese paso adelante, dejó de contar con el apoyo de los
directores de ‘La Quinta ’,
pero él no se resistió y desplazó el torneo allí donde las facilidades fueran
aún mayores y las instalaciones aún más espectaculares. Así llegó el torneo a Indian
Wells, en 1987, y desde entonces no se ha vuelto a mover, ni lo hará. Las instalaciones siguen creciendo y para el año
próximo ya ha empezado la construcción de un nuevo estadio (8.000 asientos), 4
nuevas pistas de entrenamiento, 2 nuevos restaurantes, un nuevo y mejorado
campamento para las televisiones y ampliación y extensión de muchos otros
aspectos, como el parking, las avenidas, etcétera. Un camino hacia la
excelencia que sigue su curso.
En los ’80, para construir el nuevo gran estadio de tenis y poner
las bases para, por todos los medios necesarios, seguir creciendo, Pasarell y
su cercano amigo Raymond Moore crearon la sociedad PM Sports Management, en la
que junto a otros inversores diseñaron, desarrollaron y operaron un complejo
hotelero de lujo y tenis en las cercanías de Indian Wells. Pasarell Newsweek, fue el patrocinador principal y todos unidos
consiguieron que Indian Wells se convirtiera en el hogar perfecto para uno de
los mejores torneos del mundo. Sin que pareciera posible, cada temporada el
torneo mejoraba.
En
1987 todo se estrenó en lo que son las actuales instalaciones (que, no obstante, han
seguido adaptándose y perfeccionándose pero son esencia las mismas y en
idéntico emplazamiento), con el estadio principal (capacidad
para 10.000 espectadores entonces, algo más de 16.000 en la actualidad), hoy la segunda pista de tenis
más grande del mundo. No obstante, para ser un
grande del circuito le faltaba algo: las mujeres. En una senda ciertamente llena de obstáculos y
con menos apoyo, poco a poco las existentes exhibiciones femeninas se fueron
transformando en un torneo WTA oficial a disputar allí mismo pero en diferentes
fechas. Por fin en 1996 todo el tren
estaba en marcha, y el rendimiento al máximo. También las chicas, y de forma paralela, tenían
cabida en aquel evento e incluso se promocionaba el dobles, era difícil
imaginar un torneo con algo más, pues el cuadro se amplió hasta disputarse 4ª
ronda antes de cuartos de final, como únicamente se hacía en los grandes. Necesariamente la competición
se amplió a dos semanas, lo que terminó por conferirle un halo de Grand Slam que aún
hoy mantiene, y que como ven no es una mera casualidad sino una búsqueda
interesada por seguir el ejemplo de Wimbledon, Roland Garros, Open de Australia
y US Open.
Un cambio en las participaciones, cayendo en
manos de ilustres enamorados del tenis como George Mackin o Bob Miller
(creadores de la revista Tennis), de la
USTA , o de exprofesionales como Pete Sampras, Billie Jean
King o Chris Evert, así como la colaboración con una entregada ciudad de Indian
Wells y el famoso Club de Tenis Indian Wells Tennis Garden, han asegurado el
éxito futuro de este torneo por muchos años más. Lo que no hizo más que
confirmarse de nuevo con la firma en 2009 del nuevo patrocinio con la poderosa BNP Paribas.
Un torneo especial, un torneo bonito, un torneo competido, un
torneo lujoso, un torneo detallista, un torneo, en definitiva, soñado. Y, aún no siendo Grand
Slam, sueño cumplido, señor Pasarell. Como dijo Bill Dwyre, analista en Los Angeles
Times, “estamos, señores, ante el Camelot
del tenis. Difícil no dejarse seducir por el torneo perfecto, soñado por
Charlie Pasarell en medio del desierto”.