Samstag, 11. Mai 2013

Gladiadores sobre la tierra




En uno de los recintos más hermosos de todo el circuito, ubicado en una ciudad histórica y magnífica como Roma, se desarrollará durante la próxima semana el Internazionali BNL D’Italia, el torneo mixto Masters 1000 ATP y WTA.

En una central enorme que recuerda a aquellos célebres coliseos romanos en los que los ciudadanos se agolpaban en busca de espectáculo. Con la resaca en el circuito del torneo de Madrid, con condiciones de ciudad de altura, aparece Roma en el escaparate.




En el circuito femenino la pista no ha levantado tantas ampollas como en el masculino pero no cabe duda de que son muchas las que se han quejado de un torneo tan diferente en pleno sprint hacia el Grand Slam de tierra. Por eso Roma se muestra como el evento clave y clarificador de cara a Roland Garros: la campeona aquí será la gran candidata, pues las condiciones son similares a las de París.







Por su parte, también los tenistas dueños de los primeros lugares del ranking ATP lucharán por el titulo italiano como gladiadores, pero sólo uno quedará en pie. 


El evento tiene sus orígenes en 1930, año en el cual se realizó la primera versión de este tradicional torneo del tenis internacional. Durante el período 1930 – 1934 el certamen se desarrolló en Milán y sólo a partir de 1935 cambió a su actual sede, es decir, Roma.
A partir de entonces, el campeonato se consolidó en la capital italiana, por más que haya habido algunas excepciones (1961, en Turín, y en los años ochenta la competencia femenina en Perugia y Taranto).
El torneo sólo tiene cinco campeones italianos en toda su historia, mientras que en la rama femenina se registran tres coronas. La última vez que un dueño de casa obtuvo el título fue en 1976 (Adriano Panatta) y la última vez que un italiano fue finalista fue en 1978 (Panatta). A nivel de mujeres, Raffaella Reggi ganó el trofeo en 1985 y desde ahí no hubo más tenistas italianas en el salón de honor del campeonato.

A FEDERER NO LE GUSTA ROMA
Pocos torneos hay que se le hayan resistido al considerado por la mayoría de analistas como el mejor tenista de la historia. Roger Federer ha ganado los 4 Grand Slam: Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y Open USA. También ha ganado la Copa de Maestros en varias ocasiones. De entre los Masters Series tan solo Montecarlo y Roma se le resisten. 

Que Roger no haya ganado Montecarlo tiene toda la lógica, ya que le ha tocado compartir época con el mejor jugador de tierra batida de la historia, Rafa Nadal. Y si hay un torneo donde Nadal se encuentra cómodo, ese es Montecarlo. Al estar a nivel del mar las condiciones son perfectas para el de Manacor. 

Lo que escapa al entendimiento popular es el motivo por el que Federer odia el Masters de Roma. Desde el año 2000, Roger ha participado en 11 ediciones, solo faltando a la de 2005. En ellas ha ido acumulando derrotas ante tenistas que, casi con total seguridad, no habría perdido en otros torneos.



Para valorar sus primeras actuaciones en Roma es necesario situarse adecuadamente. Federer alcanzó el top 10 de la ATP por primera vez en mayo de 2002 y el nº1 en febrero de 2004. 
2 semanas antes de acceder al top 10, Federer participó en el Masters de Roma. Su primer rival parecía más que asequible, el italiano Andrea Gaudenzi, nº58 del mundo. El resultado hablaba por sí solo 6-4 6-4 para el italiano.
En 2003 Federer pareció acudir a Roma con ganas de revancha por esa inesperada derrota del año anterior. Su buen juego y un cuadro más que asequible, en el que solo Ferrero era un rival fuerte, le permitieron llegar a la final. En ella se encontró con el nº47 del mundo, Felix Mantilla, que contra todo pronóstico le derrotó dejando a Federer sin el título en Roma.
En la edición de 2004 Federer ya presumía de ser el nº1 (lo sería de manera consecutiva hasta agosto de 2008). Había ganado el Open de Australia e Indian Wells, por lo que todo parecía indicar que Federer conseguiría ganar en Roma. Nada más lejos de la realidad, ya que en segunda ronda Albert Costa acababa con el suizo. El español era el nº39 del mundo en ese momento.
2006 sería el año en el que más cerca lo tuvo, pero por primera y única vez aquí en Roma, se topó con Rafa Nadal en la final. Tras un espectacular partido a 5 sets el español se llevó la victoria, aumentando aún más la maldición de Federer en la ciudad romana. Esta es la única derrota que tendría justificación en el historial del astro suizo.
En los años posteriores a ese partido se dieron algunos de los resultados más sorprendentes y se empezaba a apreciar que Federer le había cogido cierta manía a este torneo. 2007 fue el año en el que Roger regaló al pueblo italiano una alegría en forma de derrota en segunda ronda contra el Pippo Volandri. El marcador fue contundente 6-2 6-4.
El agraciado en 2008 para eliminar a Federer contra pronóstico fue el jugador checo Radek Stepanek. Federer era aún nº1 mundial, pero cayó en su 3er partido por un doble 7-6. 

Tras esos 2 vergonzosos años (para quien era Federer por esos entonces), llegó una actuación medio decente en 2009. En ella alcanzó las semifinales, pero un joven Novak Djokovic le quitó la posibilidad de luchar por el título.
En 2010 Roger volvía a las andadas y hacía recordar las peores actuaciones de su carrera. En esta ocasión el jugador que el sorteo le deparó para jugar en primera ronda fue Ernests Gulbis. El letón fue el jugador que ganó el partido.

En 2011, el suizo no llegó a pasar de la tercera ronda. 4-6, 7-6 (7/2), 7-6 (7/4)  fue la derrota vivida por Federer ante el francés Richard Gasquet. Un año más en el que no sabría lo que es la victoria italiana y justo diez días antes del comienzo del segundo Grand Slam del año.



Y en 2012, cayó derrotado una vez más ante Djokovic y en semifinales. 


Las condiciones de juego en Roma son bastante rápidas, nada que ver con Montecarlo. Además es considerado por muchas personas vinculadas al mundo del tenis como el mejor torneo de tierra batida, solo por detrás de Roland Garros.
No hay motivos conocidos por los que Federer juegue mal en Roma, pero los hechos y los números son los que son, incontestables. Pero nunca es demasiado tarde...